Librería Sur, Lima
30/11/16
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ENTREVISTAS

Laura Sandoval Borràs: “Bien sea desde la literatura, bien desde el ensayo, nuestros títulos aportan sentido crítico, cuestionan la realidad, la combaten, o se suben a horcajadas en ella en busca de nuevos horizontes y perspectivas”

Cuando revisamos el catálogo de la editorial española Hoja de Lata, no podemos dejar de sentir gratas impresiones. Su catálogo nos muestra el carácter de sus editores, Laura Sandoval Borràs y Daniel Álvarez, como también su condición de lectores voraces. Si juntamos el carácter y la voracidad por la lectura, accedemos a la cualidad mayor de HdL: una editorial con personalidad fiel a sus principios.

Para saber un poco más de esta editorial, conversamos con la editora Sandoval Borràs.

G. Ruiz Ortega

 

Todo indica que durante los tiempos de crisis, salen a flote los proyectos signados por la locura. Siendo el libro un elemento que no está entre las primeras necesidades de la población, el solo hecho de abrir una editorial, como que expone aún más esa locura.

Pues completamente de acuerdo, porque Hoja de Lata es directamente hija de la crisis. Un proyecto soñado y deseado pero que no se materializó hasta que el desempleo llamó a nuestra puerta. Somos emprenderores a la fuerza, aunque ahora, tres años y medio después, nos alegremos de ese cruel empujoncito.

Pero no deja de ser una locura lo fundar una editorial.

Y respecto a la locura de montar una editorial, en nuestra defensa podemos decir que nuestro oficio siempre fue el de los libros. Tanto Dani como yo fuimos libreros mucho tiempo y también somos lectores apasionados. Ahora, con la editorial, nos situamos en otro eslabón de la cadena, pero salirnos del maravilloso engranaje libresco, ¡nunca!

Y claro, formar una editorial, en este caso independiente, es también una actitud política, y me refiero a ello basándome en algunos títulos del catálogo de la editorial.  

No creo que se trate tanto de una cuestión política como de algo mucho más natural. Nuestro catálogo es así porque nosotros vemos y entendemos el mundo así. Nuestros títulos y autores nos resultan cercanos, cabales, enriquecedores, y por eso los publicamos.

¿Quizá cierta desazón por lo que editorialmente encontraban en el circuito editorial español?

Y tampoco diría que Hoja de Lata es fruto de la desazón, sino más bien de la ilusión y de la oportunidad. Oportunidad de ofrecer propuestas distintas, de descubrir autores que creemos que deben visibilizarse, de darles opción en el mercado español. Y, por supuesto, nuestra oportunidad de ganarnos la vida en este maravilloso oficio de la edición.

Lo de la postura política lo percibo también en la consigna de la editorial: “Lecturas sugerentes para tiempos inciertos”.

Es una consigna significativa, es cierto, porque sí pensamos que, bien sea desde la literatura, bien desde el ensayo, nuestros títulos aportan sentido crítico, cuestionan la realidad, la combaten, o se suben a horcajadas en ella en busca de nuevos horizontes y perspectivas. A veces de forma inconsciente, como nuestra pionera Elinore Pruitt Stewart, que en sus cartas derrocha feminismo sin saber siquiera lo que ese término significa. Otras veces de forma velada y épica, como es el caso de dos maestros actuales de la literatura como lo son el británico Jim Crace o el sardo Marcello Fois. Y en ocasiones también de forma plenamente consciente, como Upton Sinclair, Bill Ayers o Luisa Carnés, entre otros de nuestros autores.

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Acaban de señalar que también fueron libreros. Es decir, estuvieron en un campo que pocos editores conocen. 

Haber sido libreros nos aporta mucho como editores. Nos da perspectiva, nos genera empatía y comprensión con los libreros. Entendemos la cadena del libro de forma más global, y eso supone una gran ventaja.

Y por lo que veo del catálogo de la editorial, piensan más en los lectores, que en el público dispuesto a consumir. Percibo pues una ética.

Por otra parte, al decidir publicar un título pensamos, antes que  nada, en nosotros mismos como lectores. Si no nos convence completamente una obra no la publicamos, pues ¿cómo vamos a convencer a los demás si ni tan siquiera nosotros apostamos por la obra? Y si nos apasiona un título o un autor, por muy complicado que parezca comercialmente, no solemos descartarlo, sino más bien tirar más de ingenio y de ilusión para sacarlo adelante y visibilizarlo en el mercado. Imagino que en ese sentido hablas de ética.

La diferencia entre el librero y el vendedor de libros. Lo comento porque, ahora que se habla de la crisis de las librerías y el circuito libresco, como que la solución siempre ha estado en su principal actuante, el librero, el que finalmente conecta con el lector. Un buen librero es mucho más importante que una “generosa” nota de prensa sobre una publicación.

Totalmente de acuerdo. El poder prescriptor que tiene un buen librero es impagable e incomparable con casi cualquier posible reseña escrita que pueda aparecer en un periódico. En las librerías independientes, e incluso en las grandes cadenas, una parte importante del público confía, espera y busca a «su» librero. Un librero que conozca sus gustos y que siempre le sepa ofrecer lecturas a su medida. Eso es un tesoro, tanto para los lectores como para los editores. Y el trabajo bien hecho es imprescindible, hoy más que nunca, en cualquier sector.

Llama mi atención la colección Mecanoclastia de la editorial. De esta he leído un librazo: Días de fuga de Bill Ayers. ¿Qué los animó a publicar esta suerte de crónica generacional? Esta es pues una apuesta editorial, en todo sentido.

Para ser sinceros, Días de fuga, de Bill Ayers es el libro que Daniel, mi compañero en la editorial, tuvo claro que quería publicar antes incluso de que existiera Hoja de Lata. Podemos decir que es el libro 0 de nuestra editorial, y que ya estaba en la lista de deseos antes que ningún otro título. Un librazo, como bien dices, del que ambos nos sentimos muy orgullosos de haber publicado, a pesar de ser conscientes de que no iba a resultar especialmente sencillo darlo a conocer. Una apuesta editorial con todas las letras, como la mayoría de nuestros títulos no obstante.

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Bien saben que desde hace algunos años hay un auge de la narrativa de No ficción. Más o menos, conocemos lo que conocemos, pero publicaciones como esta, mezcla sugerente entre memoria y crónica, nos presenta una valla de la narrativa de no ficción que debería conocerse más.

De los Estados Unidos, del imperio, conocemos todo o casi todo. Su historia oficial y la oficiosa; sus modas y tendencias de consumo, que repetimos como monos imitadores; su cultura y sus iconos; incluso su contracultura. Pues bien, en esa historia tan conocida faltaba una pieza que a nosotros como lectores nos apasionó: la de la juventud blanca que luchaba al mismo tiempo que los chicanos, los jóvenes negros o que el movimiento pacifista. Y Días de fuga, las memorias de Bill Ayers, son un documento impresionante, adictivo diría, sobre ese aspecto tan desconocido de los años sesenta y setenta en los Estados Unidos. La historia de los jóvenes pacifistas que se cansaron de serlo.

Se suele decir que los editores deben ser buscadores de autores, pero lo que no siempre se tiene en cuenta es que rescatar nombres y títulos de una tradición es también una búsqueda. Pienso en títulos como En cualquier caso, ningún remordimiento de Pino Cacucci, y Los javaneses de Jean Malaquais.

Hoja de Lata no apuesta por acotar su catálogo geográficamente ni temporalmente, como es el caso de otras fantásticas editoriales independientes actuales. Nosotros buscamos grandes autores y grandes propuestas de todos los tiempos, actuales o rescatados, de cualquier país. Ajenos a la moda, atentos a las obras que quieren contar el mundo —este mundo, mundos pasados, nuevos horizontes— con sensibilidad y óptica crítica y constructiva. Nos motiva especialmente la vocación de «descubrir». Descubrirle al lector propuestas completamente desconocidas pero de peso. Es lo que nosotros mismos buscamos a menudo en las librerías. Y los dos títulos que mencionas están en ese maravilloso saco de descubrimientos que tanto nos gusta. En cualquier caso, ningún remordimiento, de Pino Cacucci, es una lectura generacional en Italia, una novela muy especial publicada en 1994 que llegó a convertirse en best seller gracias al boca-oreja y que cuenta la apasionante vida de Jules Bonnot, atracador anarquista, chófer de Sir Arthur Conan Doyle y pesadilla de la Gendarmería francesa a principios del siglo XX. También acabamos de publicar la última novela de Cacucci, Los del San Patricio, la historia de un batallón de desertores que se conviertieron en héroes de la guerra fronteriza entre Estados Unidos y México. Y Los javaneses, de Jean Malaquais, fue un maravilloso rescate literario incluso en Francia, donde hasta hace poco la figura de este genial escritor franco-polaco también resultaba completamente desconocido. Pocas obras consiguen desprender la alegría y el respeto por el género humano como Los javaneses, a nuestro juicio.

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En su apuesta por los libros de ficción, títulos como los de Upton Sinclair, por ejemplo, es posible detectar que, aparte de fijarse en la calidad literaria, también persiguen que el autor a editar o rescatar exhiba también una mirada social en su obra. Este solo hecho refuerza la postura política de la que les hablé hace un momento. No guiarse por modas, vendría a ser el mensaje.

Exactamente. Somos bastante ajenos a las modas en todos los ámbitos, o en cualquier caso a las modas aceptadas por el mero hecho de serlo. Upton Sinclair y su apasionante saga de once libros que recorre toda la primera mitad del siglo XX no está de moda y nunca lo estuvo porque no tuvo la suerte (su postura política le vetó el paso) de entrar en el cánon literario. Pero podría haberlo estado perfectamente, y ser un clásico de la literatura estadounidense contemporánea, a la altura de Steinbeck o Hemingway. Por lo menos eso pensamos nosotros, y Hoja de Lata sí lo tiene, indiscutiblemente, en su cánon de grandes clásicos del XX. Y como tal lo defendemos, doblemente además, porque debemos luchar contra su absoluta invisibilidad. Eso nos sucede con no pocos autores. De Sinclair acabamos de publicar la novela con la que ganó el Premio Pulitzer, Los dientes del dragón, la narración del ascenso al poder de los nazis en Alemania.

Y lo vemos más en la línea de ensayo de la editorial. Hablamos de ensayo con ánimo de divulgación.

Nuestra pretensión con el ensayo es ofrecer herramientas de conocimiento para temas que nos preocupan. La vocación de Mecanoclastia es divulgativa sin duda. La arrancamos con mucha ilusión a la vez que la colección de narrativa, Sensibles a las Letras, pero en estos últimos meses la dejamos reposar un poco porque, a diferencia de la narrativa, el rumbo de nuestro ensayo nos parecía más incierto y menos sólido. Este próximo año 2017, si todo va bien, la retomaremos con renovada alegría, y con un magnífico director de colección, David Becerra, un joven profesor universitario y uno de los intelectuales más prometedores que existe ahora mismo en España.

Como editores, ¿tienen uno o varios paradigmas editoriales?

 Nuestros paradigmas editoriales empiezan y acaban donde empiezan y acaban Dani y Laura, que somos sus editores. Y resulta que, pese a tener horizontes y valores compartidos, el camino hacia ellos suele desarrollarse por recorridos por demás diferentes. Puede resultar chocante el hecho de que Hoja de Latapublique en abril La señorita Pym dispone, de Josephine Tey —una novela de lo más british escrita por una autora de la Edad de Oro de la novela británica de misterio— y en mayo El buitre, del célebre poeta negro Gil Scott-Heron —una novela negra de negros ambientada en el gueto neoyorquino de Chelsea a finales de los años 60—. Pero así es.

Han rescatado a Luisa Carnés.

También hemos publicado a Luisa Carnés, la mejor narradora de la Generación del 27 española, y paradójicamente, la más desconocida, con cuya novela Tea Rooms. Mujeres obreras estamos recibiendo constantes muestras de agradecimiento por haber rescatado a una autora que ha de estar presente en la literatura imprescindible del siglo XX en España.

La calidad por encima de los cotos de las modas.

Podríamos decir, por ello, que tenemos como paradigma editorial la buena literatura, independientemente del país y de la época en el que se hayan escrito. Nos dirigimos a ese tipo de público que no siempre quiere leer lo mismo. Por lo menos a nosotros, como lectores, nos gusta la variedad. Y qué decir tiene que en Hoja de Lata de eso no le va a faltar.

by HojadeLata