Democracy Now!

«Democracy Now!» (Hoja de Lata, 2018), un referente internacional del periodismo independiente, sale hoy a la venta.

Desde Barack Obama Mumia Abu-Jamal hasta Naomi Klein Ada Colauhan pasado por los micrófonos de un programa que, en palabras de Susan Sarandon, «no tiene miedo de decirle la verdad al poder. De hecho, lo hace todos los días».

Cumplidos veinte años al micrófono, Amy Goodman, junto con su hermano, el periodista David Goodman, y el coautor Denis Moynihan, reúne una selección de temas de actualidad cuyos protagonistas han pasado por el programa y que en algún caso han producido cambios notables en la política estadounidense. Las cumbres antiglobalización, el movimiento Occupy Wall Street, la brutalidad policial y la campaña #BlackLivesMatter, la lucha de los trabajadores precarios y de los dreamers por unas condiciones laborales dignas y, sobre todo, el papel que han de jugar los medios en esta sociedad de la información, son algunas de las cuestiones clave que aborda este libro, que viene a ser historia, al fin y al cabo, de uno de los medios de comunicación alternativos más influyentes del mundo.

La editorial Hoja de Lata pone hoy a la venta la edición española de este volumen en traducción de Miguel Sanz Jiménez.


— Extracto —

/Amy Goodman/

(Nueva York, 1957)

Veinte años cubriendo los movimientos que están cambiando Estados Unidos

[Texto construido a partir de extractos de la introducción del libro]

Veinte años después de su fundación en 1996, Democracy Now! se retransmite en más de mil cuatrocientas cadenas públicas de televisión y radio de todo el mundo y en internet. El programa que presento desde el principio junto con el excepcional periodista Juan González es la mayor cooperación mediática de Estados Unidos. Democracy Now! se emite en Pacifica, en cadenas de radio y de televisión locales y universitarias, además de en muchas cadenas de National Public Radio, y se puede ver en la televisión en abierto, en los canales de PBS TV, y vía satélite en las televisiones Free Speech TV y Link TV. Millones de personas tienen acceso al programa a través de democracynow.org y de los podcasts de vídeo y de audio que figuran entre los más populares de internet.

Al principio, aprendimos que dar voz a quienes quedan fuera de la corriente dominante conlleva ciertos riesgos. En 1997, justo un año después de que Democracy Now! comenzara, nos atrevimos a emitir los comentarios del prisionero Mumia Abu-Jamal, que llevaba quince años en el corredor de la muerte de Pensilvania. Como periodistas, tampoco nos pareció tan atrevido. Nuestro trabajo es ir adonde está el silencio.

[…]

Pero instantes antes de comenzar [la entrevista], las doce emisoras de Pensilvania que retransmitían Democracy Now!, y que eran propiedad de la universidad Temple, retiraron nuestro programa y dieron por terminado su contrato con Pacifica Radio […] Menudo modelo, retransmitir voces alternativas para que te echen a patadas de las ondas.

[…]

Creímos que era de vital importancia emitir las declaraciones de Abu-Jamal en Democracy Now!, ya que tocaban un amplio abanico de temas. En ellas, hablaba de que la pena capital era un castigo para quienes no tenían capital.

[…]

Hay una razón por la que nuestra profesión es la única que protege la Constitución de Estados Unidos de forma explícita: se espera que los periodistas sean los pesos y contrapesos del poder, no que ganen concursos de popularidad. Los Estados Unidos tienen el cinco por ciento de la población mundial, pero el veinticinco por ciento de los prisioneros de todo el mundo. Corresponde a los periodistas poner los micrófonos entre las rejas y retransmitir las voces del interior.

[…]

Incluso en esta era digital de alta tecnología con televisión de alta definición y radio digital, todo lo que nos llega siguen siendo interferencias: ese velo de distorsión, mentiras, tergiversación y medias verdades que oscurece la realidad.

Necesitamos que los medios nos den la definición de «interferencia»:

Crítica. Oposición. Interferencia no deseada.

Necesitamos que los medios hablen del poder, no que lo encubran.

Necesitamos que los medios sean el cuarto estado, no que trabajen para el Estado.

Y necesitamos medios que hablen de los movimientos que causan interferencias y hacen historia. Ese es el poder de los medios independientes y esos son los medios que nos van a salvar.

[…]

¿Cómo se retrata el excepcional viaje de las dos primeras décadas de Democracy Now!?

Esa era la dificultad de escribir este libro. Descubrí la respuesta al volver a nuestra misión original: ir adonde está el silencio y dar voz a los movimientos que configuran nuestro mundo. Mi colega Juan González retrató esta misión con elocuencia cuando lo incluyeron en el Salón de la Fama del Periodismo de Nueva York en noviembre del 2015; fue el primer periodista latino en recibir este honor. Acerca de su cuarto de siglo trabajando de columnista, Juan dijo:

—Pensé que mi modesta contribución sería […] no escribir acerca de los vecinos marginados, sino desde su perspectiva, no solo para entretener, sino para cambiar. No después de los sucesos, sino antes, cuando cubrir las noticias todavía pudiera marcar la diferencia. He intentado dedicar todas las columnas posibles a investigar las injusticias que se cometen contra quienes no tienen poder. Sí, los ricos y los famosos también son las víctimas a veces, pero cuentan con tantos políticos, grupos de presión, abogados, columnistas de cotilleos e incluso periodistas de opinión que están listos para saltar a defenderlos que siempre se las apañarán sin mi ayuda.

»Prefiero al lector anónimo y desesperado que acude a mí porque ya ha acudido a todas partes y nadie lo escucha. Más a menudo de lo que parece me encuentro con joyas inesperadas, humanos cuyas tragedias iluminan el panorama y cuyo valor, con suerte, inspira a los lectores a creer que sí hay un bien mayor por el que trabaja la prensa libre, que no solo se dedica a cubrir o influir en las destituciones de un grupo de políticos por otro».

Este libro celebra algunas de las personas y movimientos que han hecho historia en nuestros primeros veinte años. No es una historia exhaustiva ni tampoco busca ser un «grandes éxitos» de Democracy Now! Este libro solo es nuestra manera de celebrar y de devolverles el favor a algunos de los héroes de a pie que han hecho cosas extraordinarias para que el mundo sea un lugar mejor.

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El sueño americano: «Llegar viva a los dieciocho años»

Después de las manifestaciones iniciales de Misuri, volví corriendo a Nueva York para cubrir la marcha que surgió como respuesta al asesinato del 17 de julio de Eric Garner a manos de la policía. Era un afroamericano de cuarenta y tres años que tenía seis hijos. En ambos casos, el de Michael Brown y el de Eric Garner, un agente de policía blanco había matado a un afroamericano desarmado. En los dos se permitió que el fiscal local controlara la investigación y decidiera, por medio de un gran jurado, si se acusaba a los policías. Sin embargo, hubo una diferencia crucial: el asesinato de Eric Garner se grabó en vídeo.

En el vídeo, el policía de Nueva York Daniel Pantaleo, asistido por varios agentes, derriba a Eric Garner y lo coge por el cuello. Garner levanta las manos y hace el gesto internacional de «me rindo». Se oye cómo Garner grita varias veces «¡No puedo respirar!». Lo dice once veces en total antes de perder el conocimiento.

¿De dónde venía el vídeo? El joven Ramsey Orta estaba cerca de Garner la tarde que la policía lo atacó. Orta sacó el móvil y grabó todo. Cogieron a Pantaleo con las manos en la masa, todo el mundo podía ver las pruebas.

Arrestaron a dos personas nada más morir Garner, pero no eran quienes cabría esperar, sino Ramsey Orta, que grabó el vídeo, y su mujer, Chrissie, quien contó a una cadena de televisión local que desde que descubrieron que fue Ramsey quien grabó el vídeo, la policía no dejó de acosarlos. Arrestaron a su marido el día después de que el forense de la ciudad declarara que la muerte de Garner fue un homicidio.

Vi a los Orta en la marcha de Staten Island del sábado, unas cinco semanas después de la muerte de Garner, cerca del lugar en el que murió. Les pregunté al respecto, pero tenían demasiado miedo como para hablar. Se colocaron en el mismo escalón en el que estaba Ramsey cuando grabó la muerte de Garner.

En la marcha del 23 de agosto del 2014 en Staten Island, muchos otros no tuvieron miedo de hablar.

—El fiscal del distrito de Staten Island no debería encargarse de este caso —me dijo Constance Malcolm—. Necesitamos que vengan los federales y se encarguen del caso de inmediato. Tienen que asumir responsabilidades.

Malcolm contó su propia historia: Ramarley, su hijo de dieciocho maños, fue otro afroamericano desarmado al que mató la policía en su casa en el 2012. La ciudad de Nueva York alcanzó un acuerdo de tres millones novecientos mil dólares con la familia.9

Imani Morrias era una de las muchas niñas que participaron en la marcha.

—Tenemos que demostrar a la comunidad que hay que tratar con mano dura a estos agentes de policía y que tienen que condenarlos por lo que han hecho —dijo Imani, de doce años— . Han hecho mucho daño.

No muy lejos de ella, había otra adolescente afroamericana, Aniya, que solo me dio su nombre de pila mientras marchaba con solemnidad. Tenía trece años y le pregunté qué esperaba conseguir con la manifestación:

—Llegar viva a los dieciocho años.

¿Es este el nuevo sueño americano? ¿que no te dispare un policía?

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El auge del noventa y nueve por ciento

«Un negocio cuya existencia dependa de pagar a los trabajadores menos del salario mínimo no tiene derecho a permanecer en este país.»
Presidente Franklin Roosevelt, 1933

Hay un movimiento mundial que se opone a los grotescos niveles de desigualdad económica que caracterizan la era moderna. De la Primavera Árabe a Occupy Wall Street, las campañas en contra de la austeridad en Europa y la lucha por ganar un salario mínimo de quienes reciben sueldos precarios en Estados unidos, cada fracción del movimiento inspira a todas las demás. Esta es la historia del auge del noventa y nueve por ciento.

La rebelión mundial contra la desigualdad sigue su curso. Oxfam América, una organización mundial que trabaja para acabar con la pobreza, el hambre y la injusticia, informa de que, en el 2015, los sesenta y dos multimillonarios más ricos del mundo poseen la misma riqueza que la mitad del planeta. Esta cifra ha bajado de los trescientos ochenta y ocho individuos del 2010.

Merece la pena repetirlo: las sesenta y dos personas más ricas del mundo (un grupo que cabe en un autobús) controlan más riqueza que tres mil quinientos millones de personas.

Los ricos no solo acumulan más riqueza, sino que la consiguen con mayor rapidez. Entre el 2010 y el 2015, según el informe de Oxfam «La economía para el uno por ciento», la riqueza de las mentadas sesenta y dos personan aumentó medio billón de
dólares, mientras que la mitad inferior de la humanidad perdió más de un billón de dólares. Todo esto sucedió cuando el resto del mundo estaba sumido en la Gran Recesión, con el desempleo fuera de control y los ahorros de toda una vida que desaparecían de un plumazo. El uno por ciento más rico de la población mundial ahora controla más riqueza que el resto del mundo.

A pesar de la soga económica que ahoga al noventa y nueve por ciento, los gobiernos y las instituciones financieras de todo el mundo insisten en que la solución a la desigualdad económica es la austeridad; es decir, la solución consiste en reducir los servicios públicos, cercenar las pensiones y privatizar los bienes públicos. uno tras otro, países como España y Grecia, estados como Wisconsin, Michigan o Kansas y colonias estadounidenses, en el caso de Puerto Rico, se transforman en laboratorios para ver cuánto puede sufrir la población con el propósito de satisfacer a los acreedores e ideólogos.

Pablo Iglesias es el secretario general de Podemos, un partido en contra de la austeridad en España. En el 2014, un mes después de que se fundara, Podemos ganó cinco escaños en el Parlamento Europeo. En diciembre del 2015, sorprendió al poder establecido al ganar el veintiuno por ciento de los votos en las elecciones generales españolas y convertirse en la tercera fuerza política en el Congreso, donde ganó sesenta y nueve de los trescientos cincuenta escaños. Hablé con el experimentado activista y profesor universitario de Políticas de treinta y seis años en junio del 2015, cuando vino a Nueva York. Le pedí que explicara qué ha significado la austeridad para España.

—La austeridad significa que desahucian a la gente de sus casas —respondió—. La austeridad significa que los servicios sociales no funcionan, las escuelas públicas no tienen medios para operar y que los países ya no son soberanos, sino que se convierten en una colonia de los poderes financieros y de Alemania. Puede que la austeridad signifique el fin de la democracia. Creo que, si no ejercemos un control democrático de la economía, no hay democracia. En mi opinión, no se puede separar la economía de la democracia.

Otra líder política, Ada Colau, se hizo famosa por el activismo por la vivienda en Barcelona. Después de que la eligieran alcaldesa de Barcelona en mayo del 2015, se hizo viral una foto de cuando la policía la arrestó y se la llevó a rastras de una manifestación en contra de los desahucios en el 2013. Colau y otras personas fundaron Barcelona en Comú, un movimiento para que el poder de las bases ganara las elecciones municipales.

—En Barcelona tenemos graves problemas políticos, igual que en todo el país, así que necesitábamos cambios, como se veía en la calle —me contó en Democracy Now!—. Lo que sucede en España y Barcelona no son hechos aislados, es el modo de hacer política el que está en crisis. Hay una élite política que se ha corrompido y se ha convertido en cómplice de los poderes financieros, que solo piensan en especular para ganar dinero a expensas de aumentar la desigualdad y de empobrecer a la mayoría de la gente. Por suerte, ha habido una reacción popular aquí y en otros lugares del Mediterráneo, por ejemplo Grecia, para plantar cara a las políticas económicas neoliberales.

Una de sus primeras medidas como alcaldesa fue detener todos los desahucios.

Colau ganó en Barcelona y otra mujer, Manuela Carmena, también ganó la carrera por la alcaldía de Madrid. Ninguna de las dos pertenecía a Podemos, pero dirigían campañas en contra de la austeridad, la corrupción financiera y los desahucios con el apoyo de Podemos.

—En este movimiento de revolución democrática que empieza desde abajo, hay diversos partidos políticos y acrónimos que han de ser una herramienta en el proceso de empoderamiento y de revolución democrática. Por eso Podemos, Pablo Iglesias, Ada Colau y otros partidos emergentes solo somos instrumentos al servicio de un amplio proceso popular que ha decidido devolver las instituciones al pueblo —explicó Colau.


by HojadeLata